Saturday, November 11, 2006

 

Trabajar la buhonería no es tarea fácil

Yeraldyn Vargas Rivas
Para muchos el trabajar deambulando en la calle resulta más rentable que ejercer una carrera universitaria. Es común caminar por las principales calles, avenidas y aceras de Puerto La Cruz y Barcelona y tropezarse con un tarantín, cajón o maniquí.


Es que la buhonería se ha adueñado de las arterias viales de las diferentes ciudades, sobre todo del estado Anzoátegui.Sin embargo, pese a que ésta es la cotidianidad, en la época decembrina este trabajo se incrementa, pues para muchos es más rentable ganarse el dinero- para las hallacas, la pintura, los regalos y la ropa nueva- aguantando sol y agua, que estar en casa esperando que algo llegue.


Tal es el caso de Luisa Méndez quien hace siete años se graduó en Ingeniería de Sistema y tras la desesperación de no conseguir empleo decidió, en sociedad con su pareja, iniciar la venta de ropa para niños.Luisa contó que aunque le gustaría ejercer su profesión, no se arriesga a cerrar el puesto y dejar de ganarse el dinero para comprar el pan de cada día. Es que Méndez hoy en día tiene dos niños que mantener, en vista de que su esposo perdió la vida en un accidente de tránsito mientras viajaba a comprar mercancía.
Al igual que Luisa Méndez, dentro del gremio de los informales existe una cantidad significativa de profesionales que por desespero decidió tomar las calles, sin pensar que se acostumbrarían a la vida de un buhonero. En el municipio Sotillo esta cifra no es alarmante. De acuerdo al último censo realizado, sólo 10 por ciento de 1.032 buhoneros, está integrado por profesionales que se acostumbraron al trabajo de la calle.

Es que estos hombres y mujeres de guerra, como se identifican, deben padecer todas las vicisitudes que hay en la calle, desde aguantar tormentas, hasta ser víctimas del hampa y de abusos por parte de los entes gubernamentales."La necesidad es lo que nos mantiene en pie de lucha", dijo María Gil, quien tiene 22 años vendiendo ropa para niños con la ilusión de que, algún día, culminen el mercado de buhoneros de Puerto La Cruz y así dejar de estar en la calle.Dicho argumento fue apoyado por María Guaranata quien explicó que por su edad no conseguía empleo y sus hijos tampoco tienen una labor fija.Ambas señalaron que deben exponerse a los peligros de las calles con tal de llevar el sustento diario a sus hogares.

Época esperada Cuando se acerca el ambiente de la Navidad, los trabajadores informales, pese a que saben que se incrementa el arduo trabajo de todos los días, sienten alegría en vista de que también suben las ventas.Ésta es una de las razones por las cuales el período que comprende desde el 15 de noviembre hasta el 31 de diciembre es definido por los trabajadores informales como la época esperada.Según Carolina Guzmán -quien tiene 13 años vendiendo ropa- es durante estos días cuando perciben más del cincuenta por ciento de las ganancias, dinero que les hace olvidar "un poco" las necesidades que viven a diario.

Todos los días recojo tarantines rotos, "huelepegas" acostados en mi puesto de trabajo y basura "pero todo este sacrificio en Navidad, lo hago con entusiasmo porque sé que valdrá la pena".Por su parte el coordinador de Bienestar Social del municipio Sotillo, Robert Marcano, manifestó que durante la "época esperada" la economía informal tiende a incrementarse en un 25 por ciento, por ello al iniciar el mes de noviembre se reunieron con las diferentes asociaciones a fin de evitar el aumento desproporcionado de esta actividad.Entretanto, en el municipio Bolívar, estiman mantener los 200 buhoneros censados, pues el alcalde Pérez Fernández ha sentenciado que no le dará cabida a nuevos informales.Lo cierto es que mientras los buhoneros temporales están desempolvando los tarantines y el gobierno traza estrategias para controlar el desorden, quienes a diario trabajan en la calle no están desaprovechando ni un minuto para percibir "los churupitos", pues ya el movimiento navideño se hizo sentir.

Sólo es MitoPese a que la cifra de buhoneros profesionales es considerable, según el coordinador de Bienestar Social de Sotillo, Robert Marcano, durante el último censo corroboraron que esto es sólo un "mito", pues de acuerdo el estudio en las calles porteñas hay 1.032 trabajadores informales, de los cuales sólo un diez por ciento aproximadamente cursó estudios universitarios.Argumentó que por el índice de desempleo existente en "épocas anteriores", los profesionales se veían obligados, sobre todo en temporadas, a montar tarantines y vender "cualquier cosita".

Ilusión Desde hace cuatro años quienes habitan en Puerto La Cruz, así como los trabajadores de la economía informal, tienen un sueño: la culminación del mercado de buhoneros.Es que esta obra la han prometido para un "mañana que nunca llega". Pues cuando la gobernación y la alcaldía iniciaron la construcción del mismo dijeron que estaría listo en menos de un año, desde aquel entonces han pasado más de cuatro años y aún no se tiene fecha de inauguración.

http://elnuevodia.com.ve/

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